PREFACIO

 

La antinomia “historia oficial-revisionismo histórico” ha quedado ya superada en nuestro país, a punto tal que ya varias son las opiniones de destacados autores que postulan que la otrora llamada “historia oficial” en realidad ya no existe y por lo tanto deviene abstracto hablar de la misma.

Ello así, precisamente, porque la corriente revisionista de nuestra historia ha logrado imponerse al hacer valer “la verdad histórica objetiva”, y ello ha permitido ya desde las primeras décadas y hacia mitad del siglo XX demostrar a los argentinos que la versión oficial de nuestra historia no fue más que la manera de asegurarse para el futuro la consolidación de un modelo de País y una  etapa originada tras las ignominiosas batalla de Caseros en el siglo XIX y la Revolución Libertadora en el siglo XX.

Como contrapartida de aquél corresponde señalar que ha sido el enfoque y revalorización del modelo Nacional, popular y federal  con acabada  concepción de Nación el que -a pesar de los golpes-  ha  logrado imponerse  y  felizmente y gracias a Dios! es el que transita la Argentina desde el año 2003 ya como modelo inquebrantable de la voluntad popular expresada en las urnas.

Ya muy pocas son las opiniones  que dejan de advertir claramente que el modelo de País federal, nacional y popular con una economía pujante a partir de la industrialización y un tipo de cambio razonable y acorde con la necesidad de volver a ser un país exportador, puso punto final al endeudamiento externo y a la tristemente recordada “patria financiera” que inicialmente en nuestro País se impusiera a fuerza de sangre y fuego en la última dictadura militar  de 1976-1983.

Pero no obstante ello, la que fue la más sangrienta dictadura de toda la historia argentina  y una de las más corruptas y cobardes -junto a la chilena del General Pinochet- del mundo contemporáneo, se utilizó para terminar de destruir el modelo de País nacional y popular que había comenzado el General Perón democráticamente en 1946, que continuó en 1952 hasta la barbarie desatada por los opositores y externos e internos del País que culminaron el 16 de septiembre de 1955. El último gobierno militar sirvió y fue utilizado –entre otras cosas- para terminar de borrar de la  faz de la tierra, los máximos logros de la política económica  ideadas por Perón y efectivizadas por el Ministro de economía Don José Ber Gelbard y para eliminar a la generación de compatriotas que la  idearon, que la hicieron posible y que la defendieron con su vida!

Esto así no sólo porque el pueblo argentino es esencialmente defensor de la corriente política  nacional, rosista y peronista, sino también porque en nuestro País hacía tiempo ya que se venía gestando la corriente de “Pensamiento Nacional” que se originó y se nutrió del federalismo, del rosismo, yrigoyenismo y luego  del peronismo.

Se trata de postular la premisa fundamental de que el  Pensamiento Nacional es una experiencia reflexiva que, pretendiendo derribar las barreras determinadas por contenidos  ideológicos concebidos en otras geografías, coloca a lo nacional en el centro del análisis. Este modo de especular, -sostiene Pestanha-, se concentra en la realidad concreta, y promueve en tanto, un aprender que implica desaprender las deformaciones ideológicas impuestas por una superestructura cultural  que nos es total o parcialmente ajena. 1

Dentro de los hechos histórico políticos argentinos que de manera más determinante, constituyen clara manifestación de la génesis e implementación victoriosa del Pensamiento nacional, podemos enumerar –como ejemplos trascendentales- los  siguientes:

El día el 20 de noviembre de 1845 la Confederación Nacional Argentina, -gracias al patriotismo, decisión política e inteligencia del Gobernador de la  Provincia de Buenos Aires, entonces encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación, Brigadier General Juan Manuel de Rosas- demostró al mundo entero que la Argentina no habría de ser nunca más una colonia y en la Vuelta de Obligado  combatió con denuedo al  invasor.

También  en los siglos  XX y XXI  la Nación Argentina demostró al mundo con hechos políticos concretos de soberanía política que no sería nunca más una colonia de potencia extranjera alguna ni de ningún centro financiero internacional!

Esto fue posible y por ello, el Pueblo Argentino y nuestro País entero les debemos al Tte. General Juan Domingo Perón, -primero- y al Dr. Néstor Carlos Kirchner –después- haber sabido continuar e instrumentar en fáctica  concreción, aquella  dirección de soberanía política que trazaron a lo largo de estos doscientos años los verdaderos Padres y Prohombres de la Patria.

Ellos fueron José de San Martín -en primer lugar-, y lo continuaron y lograron consolidar dicho modelo, José  Gervasio Artigas, Juan Manuel de Rosas, Manuel Dorrego, Facundo Quiroga y los caudillos federales.

Posteriormente quienes también así lo hicieron, fueron Don Hipólito Yrigoyen  en los siglos XIX y primeros años del XX, y Perón y Kirchner culminaron a lo largo de la mitad del siglo XX y primera parte del siglo XXI.

Además de ello, luego de esta suerte de primera parte del “Prefacio” también queremos destacar que numerosos han sido los antecedentes que han coadyuvado con la  formación y posición esencialmente nacional revisionista frente a nuestra historia que el lector advertirá que con meridiana  claridad surgen de estas páginas.

Las mismas, -sumados a otros hechos posteriores- originariamente son el producto de la influencia del pensamiento, enseñanzas  y  visión  de los hechos históricos y políticos más importantes de nuestro país que me inculcara mi padre, el Dr. Alberto Ernesto Biagosch (1935-2006). Por ello -entre otras cosas- mi nombre me fue elegido por mi padre, en  homenaje al General Juan Facundo Quiroga y a mi hermano Juan José Biagosch (+) , en homenaje al General Juan José Valle.

Uno de los últimos aportes efectuados a su Patria por Alberto Biagosch lo constituye el “Informe de Renegociación de los Contratos  con Empresas prestadoras de Servicios Públicos” efectuada en junio de 2002. La misión histórico-política que tuvo el mismo  fue la de impedir que las empresas extranjeras prestadoras de los  servicios públicos en la Argentina,  impusieran a su antojo el precio que los argentinos debíamos pagar por los servicios púbicos. Además sirvió  para analizar y aclararle al entonces Ministro de Economía Lic. Roberto Lavagna, el tema referido a los Servicios Públicos y regulación de sus  tarifas en la Argentina. También se ha destacado con anterioridad en otra obra 2 , que constituye el último legado de Alberto Biagosch a su Patria y que “…el autor intelectual y material del llamado “Informe Biagosch” tuvo en su formación iusfilosófica aquello que le  permitió  -entre otras grandes obras  legadas a  su país- la elaboración del mismo.

Para ello, su autor –entre otras cosas propias de una capacidad y formación  superiores al nivel medio de sus contemporáneos políticos tuvo,-siguiendo las enseñanzas y ejemplo del Tte. General Juan Domingo Perón-, una larga relación con los clásicos griegos y latinos- Platón, Aristóteles, Aristófanes, Esquilo, Eurípides, Diógenes Laercio, Plutarco, Cicerón. También con los grandes nombres del  pensamiento político histórico -Maquiavelo, Manzini, Michelet,  Montaigne, Rousseau, Kant, así como con las grandes plumas de la Iglesia: San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Bernardo, San Buenaventura.

Entre sus compatriotas no faltaban a sus conocimientos las obras de Monseñor de Andrea, José Luis Busaniche, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, José María Rosa, su amigo Fermín Chávez y Ernesto Palacio, amigo de su padre quienes fundamentalmente influyeron en su pensamiento para la acabada interpretación de la historia de las empresas prestadoras de servicios públicos en la Argentina. Esta corriente de pensamiento e ideas de estos autores, además, influyeron de manera determinante en el análisis integral de la problemática que se planteaba ya  en la elaboración  de la que sería la solución mas ecuánime y justa del problema del aumento de tarifas…”

Pero no solamente influyeron los autores revisionistas más importantes de nuestro País en su pensamiento y formación de modo de permitirle la producción del conocido como “Informe Biagosch” que es analizado, trascripto y comentado en el  libro “Tarifas Públicas. En Homenaje al Dr. Alberto Biagosch” (Ed. Ad. Hoc. Bs. As. 2009), sino también transmitir generosamente los conocimientos adquiridos a rodos los argentinos  en general y a sus hijos en particular.

Pero además de ello mi padre me inculcó la importancia política de  estos autores, como representantes más acabados del pensamiento nacional en la República Argentina y como tal,  los he tomado y seguido desde entonces.

Recuerdo  que uno de los  primeros libros de historia argentina que mi padre, siendo yo todavía un niño,  me recomendó leer fue el de Ernesto Palacio. El mismo estaba en su Biblioteca, dedicado por el autor a su padre, es decir mi abuelo el Dr. Emilio Biagosch quienes  habían  sido amigos en su juventud.

Cuando este Autor comienza su análisis sobre la Caída de Rosas y luego analiza la batalla de Caseros, lo hace refiriéndose a la “Ignominia de a Caseros”. Este es el origen principal y primer antecedente  del Título de este libro.

Otras de las obras históricas  que de manera determinante también influyeron en mi posición histórica revisionista fueron el “Diario de la Historia Argentina” de Jorge Perrone del Año 1974 y la “Vida de Don Juan  Manuel de Rosas” de Manuel Gálvez

La misma fue  republicada en el año 1975 en fascículos semanales que mi padre los  días martes a la noche iba  a comprarme en el kiosco de revistas  de la Avenida Las Heras y Scalabrini Ortiz para  que yo  leyera, y pudiera así comenzar con mi formación histórica y aprender la verdadera historia del Restaurador  de Las Leyes. Con el tiempo mi padre  encuadernó  esta magnífica obra que hasta  el día de hoy guardo con gran gusto en mi biblioteca y es frecuentemente consultada, como lo ha sido para elaborar  esta obra.

También recuerdo como, pasados casi treinta  años de aquel entonces, conversando con el Dr. Alberto González Arzac en la  Confitería Casablanca frente  al edificio Anexo de la Cámara de Diputados, le comenté mi idea de escribir un trabajo trazando un “paralelo”  entre las dos más  grandes ignominias  argentinas de los siglos XIX y XX respectivamente: la batalla de  Caseros y la Revolución  Libertadora.

Fue entonces cuando este notable jurista, historiador y maestro me recordó la célebre frase de otro gran patriota argentino, el Dr. Alejandro Olmos, cuando después del 16 de septiembre de 1955 dijera que “no se confundan  compañeros, esto es un nuevo Caseros…”

Convencido de que ello así  ha sido en nuestra historia,  una y otra vez la idea ha dado vuelta por mi cabeza hasta que gracias a Dios, he podido materializarla en esta obra publicada por mi “compañero” y amigo Fabián D’Antonio, titular Responsable de Ediciones Fabro que someto al juicio de los lectores y aspiro a que pueda servir para terminar de dilucidar la verdad histórica objetiva, poniendo del debate en su quicio, -(como diría el gran Maestro argentino Arturo Enrique Sampay)-., de lo que estos hechos aberrantes significaron para la Nación Argentina y las nefastas consecuencias jurídicas, políticas y sociales que  nos dejaron a los habitantes de esta bendita tierra.

Se trata, además de dos  procesos políticos en los que al Argentina debió combatir  con dos potencias imperiales extranjeras, el Imperio del Brasil y el Británico, respectivamente, sin duda alguna se trata  además  de dos imperdonables traiciones que  derivaron  en dos hechos históricos considerados verdaderas vergüenzas nacionales por generaciones pasadas, presentes y futuras de argentinos!

De acuerdo a lo que venimos sosteniendo estamos por demás convencidos que estos dos hechos objetivos nefastos para nuestra historia, no sólo merecen el recuerdo más repudiable de todo argentino bien nacido y el calificativo de “ignominioso”, sino que también  guardan varios puntos de contacto entre uno y otro que iremos analizando a lo largo de estas páginas.3

Para ello  hemos hecho todo lo posible para analizar y  citar también  -en lo que puede parecer un exceso de buena fe  doctrinaria-,  las interpretaciones  que sobre los mismos han efectuado autores que se encuentran claramente en la posición  contraria. A este respecto aclaramos que no nos mueve  ningún espíritu de cercenar el derecho a expresarse libremente sobre hechos histórico-políticos que tiene todo ciudadano en nuestro País, ni de silenciamiento de las opiniones adversas. Por el contrario  estamos convencidos  de que  la nuestra será una opinión que habrá  de coadyuvar con la  verdad histórica objetiva para lo que nos hemos valido de relatos y fuentes históricas, incluidas las correspondientes a otras escuelas e incluso a las de la historia oficial.  Será de la confrontación de opiniones, escuelas e ideas históricas de donde claramente el lector encontrará y podrá sacar sus propias opiniones y conclusiones sobre lo que significaron  y las consecuencias que dejaron en nuestro País la batalla de Caseros en el siglo XIX y la Revolución Libertadora en el  siglo XX.

Para lograr este resultado hemos considerado –además- una situación objetiva, claramente  manifestada recientemente por el Dr. Miguel Ángel  Lentino en su obra:

“Sarmiento. Mentirosa es su Historia” (Ediciones Fabro. Bs. As. 2012), cuando transcribe textualmente el anteúltimo de los párrafos del magnífico prólogo de la obra “Vida de Hipólito Yrigoyen” que escribiera el gran poeta, dramaturgo,  sociólogo, novelista, ensayista, historiador y biógrafo argentino  Manuel Gálvez (1882-1962):

“Voy a insistir sobre el tema de la  imparcialidad. Del que hablé  también en el Prólogo de mi Vida de Hipólito Yirigoyen, pero considerándolo desde otro aspecto. La imparcialidad consiste en estudiar el tema histórico sin prejuicio, con el anhelo de encontrar la verdad. Suele erróneamente, confundirse la imparcialidad con la expresión fría y serena. Creo que, una vez hallada la verdad, no tiene el historiador obligación de parecer sereno, objetivo o neutral. Al contrario, una vez que uno se ha convencido de la verdad, debe gritarla, sobre todo si favorece a un hombre injustamente calumniado. Pero esto no nos exime de exponer las malas acciones de un personaje al que hemos llegado a admirar .Siempre la verdad, en todos los momentos: este debe ser el lema del historiador y del biógrafo. No confundamos, pues, con la parcialidad la exposición sincera o calidad del resultado de nuestros estudio imparciales. Ser verdadero y sincero es siempre ser imparcial. Y si debemos ser sobrios, serenos y objetivos no es por simular imparcialidad, sino por dignidad literaria, por voluntario despojamiento estilístico y porque así conviene a la gravedad de la historia…”4

Por ello es que refiriéndose a la historia oficial  señalaba  Raúl Scalabrini Ortiz que “todo lo que nos rodea es falso e irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos nos aseguran. Todo lo material, todo lo venal,  trasmisible o reproductivo, es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera”.

Por ello es también  que claramente surgirá  de lo escrito y volcado en este libro,  que ha sido falso  lo que nos han enseñado sobre las caídas de Rosas y de Perón los autores de la historia argentina oficial. Fundamentalmente porque esta corriente  ya superada  se inició como sistema  de enseñanza para  tergiversar la verdad histórica objetiva del patriotismo, la inteligencia y  la grandeza de espíritu de Rosas y Perón como la de los logros geopolíticos de sus gobiernos y en vano intentaron engrandecer la figura del gran traidor y vulgar contrabandista Urquiza.

Relacionado con ello, recuerdo que hace ya algunos años, me tocó concurrir en mi calidad de Inspector del Dpto. Asociaciones Civiles y Fundaciones de la Inspección General de Justicia  a una asamblea de la  “Academia Argentina de la Historia”.

Fue en esa oportunidad donde conocí personalmente al Profesor Eugenio Rom  de quien había leído  varios años antes sus “Conversaciones con  Juan Domingo Perón”, libro que escribió luego de entrevistar  en Puerta de Hierro al General en su  exilio en España.

También recuerdo que en esa misma asamblea el Presidente de esta entidad, Profesor Juan José Cresto me obsequió  un libro sobre el General Urquiza publicado con motivo  de la rememoración del  bicentenario de su nacimiento, publicado por el Instituto Urquisista. Fue en ese momento, -luego de escuchar sus elogiosas palabras sobre Urquiza-,  cuando le agradecí la gentileza al  Profesor. Pero le aclaré que  no podía aceptar el libro dado que yo me encontraba en el cumplimiento de mis funciones  como  Inspector de Justicia, es decir de Funcionario Público  y que -además- yo me encontraba  ubicado histórica e ideológicamente justo en la “vereda de enfrente”. Ello así  porque  había aprendido del tema de todos los autores que hasta acá hemos indicado y en conversaciones con el  Dr. José María Rosa!

Efectivamente, después que hube leído su  monumental obra  “La caída de Rosas” de la biblioteca de mi padre -y que hemos releído y citamos en este libro gracias a su segunda edición publicada en septiembre de 2010-,  tuve el privilegio de conocer a “Don Pepe” en el año 1982. Todavía en esos años era  Director de la Revista Línea y su segundo en la escala jerárquica interna el Dr.  Rubén Contesti.  Este último, amigo personal de mi padre y  de este Autor, era el encargado de recibirme en la sede de la calle Alsina cuando los días martes a las 20 hs. yo  tomaba un taxi en la esquina de Santa Fe y Pueyrredón donde entonces vivíamos -tras haber tenido que mudarnos en plena dictadura por razones de fuerza mayor  impuestas por las circunstancias de aquellas negras jornadas-, y sigilosamente  me dirigía  a la revista al curso sobre “Historia de la Constitución  Nacional Argentina” que “Don Pepe” dictaba personalmente. 5

 El querido amigo de hace mas de treinta años, Rubén “Chacho”  Contesti  entonces  me recibía y desde su oficina yo llamaba por teléfono a mi madre, por pedido de ella,  para avisarle que había llegado bien  dado que en época de plena dictadura militar,  concurrir a ese curso  todavía podía ser visto como una “actividad subversiva” por la febril mente de las autoridades militares que asaltaron el poder constitucionalmente constituido y gobernaron de facto el País desde el tristemente recordado 24 de marzo de 1976.

Fue en este ámbito y dentro de este marco donde tuve el verdadero privilegio de conocer personalmente a quien ya por entonces era considerado el Historiador y Autor revisionista más renombrado y leído del país.

Recuerdo perfectamente cuando Don Pepe hacía su ingreso a la Sala con su boina, su pipa y acompañado por su elegante bastón se sentaba y comenzaba verdaderamente a dictar cátedra. Las ideas y sus palabras le brotaban como  agua de manantial y yo tomaba nota enjundiosa y prolijamente.

Terminada la exposición  que duraba aproximadamente hasta  las 21 hs, yo me acercaba a él, siendo el más joven del auditorio conformado fundamentalmente  por  abogados,  y con mis 18 años de edad me quedaba conversando y preguntándole algo en particular que acababa de escuchar por primera vez de su boca. En ese momento pasados algunos minutos Don Pepe me decía con su voz tan característica  “…venga m´hijo, acompáñeme hasta el taxi…” y yo con un respeto casi reverencial  lo acompañaba a bajar la escalera hasta llamar un taxi y verlo partir, mientras  continuaba enseñándome  con sus relatos la historia  de la Constitución Argentina!

Tal como hemos dejado dicho con anterioridad, siguiendo los lineamiento esenciales del artículo 902 del Código Civil, según el cual cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación  que resulte de las consecuencias posibles de los hechos, habré de referirme prudencialmente a partir del conocimiento de algunos hechos históricos que he aprendido de la lectura de sus obras o he recibido directamente de boca de mi padre y de los más grandes historiadores argentinos contemporáneos.

Fundamentalmente de José María  Rosa tal como hemos indicado. Asimismo de Fermín Chávez a quien también tuve el privilegio de conocer personalmente. A ellos bien podemos sumar las lecturas de las obras de los grandes historiadores revisionistas como Adolfo Salidas,  Carlos Ibarguren, las de  los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta, o la de Jorge Perrone.

Adelantándonos en el tiempo  corresponde destacar la influencia de las obras de Alberto González Arzac, Pacho O´Donelll y la  de otros grandes estudiosos a quienes tengo el privilegio de frecuentar en los distintos cursos que dicta el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas como Alberto Gelly Cantilo, Oscar Denovi, José Luis “Pepe” Muñoz Azpiri, Jorge Sulé o  el Embajador Héctor Flores entre otros.

También ha coadyuvado con mi interés en estos temas históricos el hecho de ser Miembro Regular  del Instituto de Historia del Derecho del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal CPACF., fundamentalmente por el elenco de miembros que lo integran.

El Director es el Dr. Alberto González Arzac, Alberto Gelly Cantilo el Subdirector, la Dra. María  Luz Amadora Rodríguez es la Secretaria y lo  integramos los  Drs. Enrique Arnoux Narvaja, el Autor de esta obra, Jorge Alberto Cellier, Jorge Francisco Cholvis, Carlos Alberto De Santis, Ezequiel Jesús Drugueri, Jorge Eduardo Roque Fernández, Sergio Rodolfo Núñez y Ruiz Díaz y Sandro Fabricio Olaza Pallero.

El lector habrá de apreciar entonces, las razones de mi eterno agradecimiento al Padre de los Cielos por lo que me permitió aprender en mi niñez y juventud, por poder continuar estudiando, repasando y aprendiendo día a día y la obligación moral que he sentido de transmitirlo en estas páginas a generaciones actuales y futuras de argentinos. ¡Quiera Dios nuestro Señor  que podamos lograr este objetivo auto impuesto en memoria y agradecimiento por todo lo recibido de todos los mencionados en este “Prefacio”!

FACUNDO  ALBERTO  BIAGOSCH

 

1-Ver Pesthana Francisco en  ¿Existe un pensamiento Nacional ? Ediciones Fabro.Bs. As.  2011. p 21.

2-Ver Biagosch Facundo- González Arzac Albertto "Directores" en "Tarifas Públicas en Homenaje al Dr. Alberto Bigosch". Ed Ad Hoc. Bs.As. 2009. pág 15.

3-Tal como hemos  dicho con anterioridad.... (Ver "El Bien común en la  Constitución y el quiebre del orden constitucional". Segundo Premio Concurso CPACF. en Homenaje al Dr. Rafael Saiegh  sobre e tema Derec ho Político . Ed. Ad Hoc. Bs. As. 2007. Pag. 42.

4- Ver Manuel Gálvez en "Prólogo" de "Hipólito Yrigoyen" (citado en Lentino Migue Angel " Sarmiento. Mentirosa es tu historia. Ediciones Fabro. Bs.As.  2012. pág. 12)  

5- Ver Biagosch Facundo Alberto en " Manual de Procedimientos y Tramitaciones ante la Inspección General de Justicia"  Ed. Ad Hoc. Bs. As. 2008. pág. 20